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domingo, 14 de diciembre de 2008

Mi aventura de ser docente.



Iniciar el recorrido y voltear hacia atrás es una situación que causa cierta nostalgia por los tiempos y las personas ausentes, sin embargo es innegable su influencia en lo que soy ahora y en esta narración aprovecho para agradecer su presencia en mi vida.

Mi padre llevó a casa un pizarrón y una caja de gises, desde ese momento yo tome el puesto de maestra ante un grupo imaginario, mi papel docente era basado en la maestra Lety, que nos enseñaba en cuarto de primaria, era toda dulzura y creatividad para hacernos imaginar viajes a Disneylandia y entendiéramos el tema de conversión de moneda, yo quería ser como ella.

En la secundaria olvidé el juego pero no la idea de ser docente y máximo que dos de mis mejores amigas ya habían decidido ser maestras, cuando le expresé a mi mamá la idea, a ella no le pareció por que en ese tiempo de la secundaria se pasaba directamente a la Normal, me pidió que estudiará el bachillerato y que después si yo seguía con la idea de ser maestra me apoyaría.

Inicié el bachillerato que en ese tiempo existían áreas de adiestramiento, tome las áreas pedagógicas, asistía 3 días a la preparatoria, 2 a las áreas y uno a Belenes, que aun no se cuál era su objetivo, pero tanto en la preparatoria como en las áreas fui muy feliz y me desempeñe sin dificultad alguna.

Al término del bachillerato me llamaba la atención el área de Psicología y de Contaduría, de nuevo hable con mis padres, y coincidimos que la Contaduría, pudiera ser la mejor opción para ayudarme a trabajar y continuar los estudios, no volví a tocar la idea de ser docente.

Cursando los primeros semestres de la carrera, decidí buscar un trabajo y surgió la posibilidad de dar clases en una escuela que en dos meses preparaba en áreas comerciales tales como la mecanografía, taquigrafía y contabilidad entre otras, el trabajo me lo dieron y tuve mi primera experiencia con la docencia. El modelo consistía en guiar a dos o cuatro personas (grupos reducidos) a través del libro de Elías Lara Flores, el cual es característico por su gran número de cuestionarios y ejercicios, los cuales tenían que ser realizados en su totalidad, para que los alumnos aprobaran el curso asistiendo dos horas diarias durante dos meses.

Sin embargo en la facultad, los maestros y alumnos de grados superiores, siempre recalcaban la importancia de trabajar en un despacho, y aunque no te pagaran era de suma importancia hacerlo y cuando uno de nosotros lo lograba, pasaba a obtener un status de superioridad con respecto a los demás. Yo no podía ser la excepción, dejé la docencia para dedicarme a la actividad profesional de contador.

Pasaron años y olvidé la docencia, trabajé de lleno en la empresa, logré ser Gerente Administrativo y en una ocasión por medio de una llamada telefónica de un amigo, me invitaron a dar clases de contabilidad en una institución que se llamaba CBTis 10, desconocida totalmente para mí, asistí a la entrevista que yo esperaba fuera totalmente como un proceso de selección, y mi sorpresa fue que solo me entregaron un programa, un horario, y un inicia mañana........

Debo ser sincera con ustedes, y cometí muchos errores, para mí lo importante era la empresa, dejaba de asistir a clases si la empresa lo requería, y mi ego me hacía pensar que yo era la que tenía los conocimientos y la alumna debería de estar “dispuesta” para que yo le favoreciera con mi presencia. (Que pena!!!!, pero es la verdad.)

Sin embargo adquirí fama de buena docente, créanme no se como fue eso, pero al poco tiempo me ofrecieron mas horas, y aunado a la situación personal de tener una bebe, decidí dejar la empresa para dedicarme a la docencia, al poco tiempo se presentó la compactación, que yo poco entendía, obtuve tiempo completo, mi trabajo docente mejoró gracias a un diplomado que se llamó “Calidad en el Aula” y poco a poco me sensibilicé en la necesidad de profesionalizarme como docente. La parte laboral quedó atrás, cuando tengo que llenar documentación y viene el espacio para profesión, siempre anoto docente, ya no me siento contadora, soy una maestra y no por el grado, sino por la vocación, me enorgullece serlo, y aunque la sociedad y los medios nos han disminuido, considero que realizamos una actividad digna y que es una gran oportunidad para impactar favorablemente en la vida de los demás, pocas carreras dan ese gran beneficio.

Con el paso del tiempo decidí hacer una maestría en Educación, y de esa manera intervine mi práctica educativa, detecté posibilidades de mejora, me alejé del verbalismo, situé la importancia de la acción sumada a una intención de aprendizaje, ubiqué a la alumna como actor principal, pero sobre todo entendí que yo soy la que necesita a la institución y no la institución a mí.

Espero no haberlos aburrido con esta historia, reciban mis saludos.

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